Cuando hablamos de un propósito de vida, nos estamos refiriendo a aquello que nos motiva a seguir esforzándonos cada día. Refleja lo que queremos alcanzar para lograr nuestra felicidad y es la razón por la que estamos dispuestos a hacer sacrificios e implementar hábitos en nuestra vida diaria (Machuca, 2022). Todo con el fin de crecer como personas y desarrollar capacidades con el deseo de ser la mejor versión de uno mismo, en un proceso determinado como la alimentación, el ejercicio físico o la paz espiritual.

No obstante, no creo necesario considerar un propósito de vida como la solución a todos los problemas. Si bien ayudará a tener un nivel de satisfacción muy alto, eso no quiere decir que va a eximir todas las responsabilidades adicionales en nuestras vidas.

El camino para hallar el propósito de la vida está lleno de situaciones emocionantes, caóticas y hasta erróneas. En cualquier caso, verbalizar nuestro propósito de vida y aplicarlo sistemáticamente a todo lo que hacemos y decidimos hace que tengamos un nivel de satisfacción alto y admirable. ¿Acaso no es la felicidad la razón por la que hacemos lo que hacemos? Más allá de que nuestro propósito sea algo físico o con un interés económico, es el bienestar y causa de nuestra felicidad, ya sea para mejorar como persona, estudiante, docente, o tan solo como uno más en esta sociedad que busca el mejor cambio para el mundo en el que vivimos.