Cuando volvía del mercado llegamos de nuevo a la avenida y, se había armado una guerra. Los policías y los civiles estaban luchando y se estaban atacando entre ellos. Los manifestantes intentaban arrinconar a la fuerza pública del ESMAD de derecha a izquierda. Yo estaba un poco asustado, pero seguí viendo el enfrentamiento y, a la vez, sabía que algo no saldría bien.

Cuando seguía en ese lugar no se veía que los disturbios fueran a parar, y cada vez más sabía que debía de irme de ahí lo más pronto posible, pero me mantuve en mi lugar viendo qué pasaba. De repente, a través del gas lacrimógeno salió una niña muy pequeña con sus padres, corriendo del humo y fueron a reclamarle al policía mientras la pelea seguía.

Yo estaba muy enojado, la niña estaba herida y los del ESMAD no paraban para ayudarla en nada. Me sentía impotente, pero no podía hacer nada. Me tuve que ir en ese momento porque el gas ya me estaba alcanzando.

Unos días más tarde veía las noticias y me di cuenta de algo, el enfrentamiento seguía pasada ya una semana y, la verdad no tenía pinta de que parara pronto.